Son muchas las veces que viajo en
bus de un lugar a otro, hay veces que me encuentro con amigos o amigas con los
cuales platico amenamente y el tiempo de viaje se siente tan diminuto que ni me doy cuenta de que he llegado a mi
destino…quizá a ti también te ha pasado o te pasa muy seguido.
Hay otras veces que me siento al
lado de personas que jamás he visto en mi vida, veo personas de diferentes
clases, unas saludan otras ni siquiera se dan cuenta que alguien va sentado a su costado, mi padre
me contó que antes toda la gente te saludaba o daba los buenos días, mi abuelo
que en paz descanse siempre nos daba los buenos días y yo respondía en un eco
energético a su saludo.
Me pregunto ¿qué ha pasado con la
gente?, sé que el pasado es solo eso, pero desde mi perspectiva la gente ha
entrado en una crisis total de valores,
y se cargan con pesimismo continuo en vez de combatirlo o buscar soluciones
para cambiar ese estado.
Algunas veces trato de preguntar
algo a la persona que está sentada a mi lado y de esa manera iniciar una
conversación, es genial cuando la persona se despierta del letargo y cambia su
energía negativa por una positiva, una sonrisa lo cambia todo; claro hay otras
veces que sientes que tu platica es como una obligación y en esos momentos pongo un
punto final a tal platica.
Me dispongo a sacar un libro
motivacional o de autoayuda, el cual empiezo a leer mientras el bus avanza cada vez más hasta
finalmente llegar a su destino.
También hay momentos en los que
no puedo leer amenamente ya que el bus se detiene y recoge gente entre ellas
personas que llegan a ofrecer un producto de forma inesperada, en esos momentos
cierro mi libro y presto atención, pero es tedioso oír a esas personas que
repiten lo mismo en cada que suben a un bus y realizan la misma acción, con los
viajes casi a diario que hago ya me sé todos sus feos chistes o los temas
entorno a los cuales gira su show. Lo loable y que rescato es a esas personas que
suben al bus y te tratan de vender libros…esos libros que te llegan al alma, y
te regalan una historia que nutre de positivismo tu vida. No todas las veces tengo
el dinero para comprar un libro en el bus pero cada que puedo lo hago con
tremenda alegría. En unas de esas veces
viajando en bus subió un chico algo menor que yo a vender manjar y natilla que
son dos productos muy ricos al gusto, él empezó a regalar muestras gratis a
cada pasajero del bus, claro está que hay gente tan ácida que piensan que un
poco de dulce los mataría, eso es lo que pienso pues un poco de dulce no hace
mal a la vida.
A mí me gusto el sabor y calidad
de sus productos tanto que terminé juntando todas las monedas que hallase en
mi bolsillo para comprarle un manjar. Pienso que un negocio en el que se sabe
llegar a la gente, en el cual se le da valor un agregado a algo común y no se hace ningún daño
posible es tan rentable que si uno se lo propone podría volverse millonario. Espero
hallar pronto a aquellas personas que fueron tan gratas sin conocerlas y a
aquellos vendedores con los cuales podría hablar más adelante y formar un
negocio sólido, aprendiendo yo de ellos y ellos de mí; que de eso trata la
vida, no perdiendo la humildad sea el lugar
en el que nos hallemos y el estatus que tengamos.
No olvides siempre dar valor a tu
vida y que ese valor agregado que des a otros…haga la diferencia entre tú y uno
más del montón.
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